El conservador Partido Popular obtiene la mayoría absoluta por primera vez en Andalucía, la región más poblada de España
Y no solo a nivel autonómico, pues el PSOE a nivel nacional ha confluido en múltiples ocasiones con el PP –y con Vox–: ha aprobado la privatización de las pensiones, ha impedido la imposición de un impuesto a los ricos, ha protegido a Juan Carlos I –ha votado 15 veces en contra de investigarle– y a Felipe VI –ha acordado mantener la inviolabilidad jurídica–, ha mantenido la conocida como ‘ley mordaza’, ha pactado con Marruecos la autonomía del Sahara y la reforma laboral sigue casi intacta para regocijo del PP –en lo que también tiene mucho que ver Yolanda Díaz–. Se trata, sin duda, de decisiones que afectan, y mucho, al electorado progresista de España, del que se habrá nutrido a buen seguro la alta abstención –más de un 40 %, diez puntos más que en 2018–. Ello, además, demuestra que los votantes de izquierda ya no tienen miedo ni a Vox, por lo que el cuento de que viene el lobo se muestra insuficiente como motivación.
Y para concluir el desastre del PSOE, Juan Espadas. Un líder tan poco carismático que ha sido arrasado por Juanma Moreno incluso en su tierra, en Sevilla, donde fue alcalde entre 2015 y 2022 –el PP ha obtenido casi 140.000 votos por 80.000–. Es ese típico líder político que tanto abunda en el PSOE –y en el PP– que ha convertido la política en su profesión y que, tras décadas en el partido, la lealtad a Pedro Sánchez le ha llevado a la cumbre. No es peor que Juanma Moreno, es igual que él. Es el mismo producto con diferente envase.
La izquierda, sumida en el canibalismo
Pero pensar que todo se debe al PSOE sería manifiestamente injusto. El espectáculo ofrecido por la izquierda ha sido lamentable desde el comienzo. Podemos se quedó fuera de la confluencia debido a un problema burocrático por las durísimas negociaciones con el resto de partidos de la izquierda. Negociaciones en las que no se discutía por el programa, sino por los sillones. Y así les ha ido: se pelearon por lo que ni siquiera tenían. Aquel pistoletazo de salida junto a esa política de los últimos años basada en sillones y la campaña electoral, trufada de desaires y puñaladas entre Yolanda Díaz y Pablo Iglesias, han sido otro inestimable regalo al Partido Popular: Juanma Moreno les debe más a todos ellos que a él mismo.
Porque de ir juntos, es decir, de no fraccionarse como se han fraccionado, la izquierda aspiraba a conseguir un resultado que podría haber restado escaños tanto al PP como a Vox: Vox ha conseguido 14 escaños con 493.932 votos y Por Andalucía y Adelante Andalucía solo han logrado 7 (5 y 2) con un total de 449.658 votos.
Por desgracia, y contrariamente a lo que nos repiten, lo importante para ellos no era evitar el triunfo del PP o el ascenso de Vox –finalmente por debajo de lo esperado–, lo importante era sentarse. Así lo definía Teresa Rodríguez: “Humildad y satisfacción”. ¿Satisfacción? ¿Satisfacción por el arrasador triunfo del PP y el ascenso de Vox? ¿Por el desplome de la izquierda? ¿Por la alta abstención, superior al 40 %, que refleja la enorme desmovilización de la izquierda? ¿Por el peligroso escenario nacional que puede posibilitar al PP gobernar en solitario o con Vox? La única satisfacción de Teresa, y de los demás, es que seguirá sentada cuatro años más cobrando un sueldo público.
Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.
La línea moderada del PP, el parecido del PSOE con el PP cuando gobierna, el desastre de la izquierda o el disgusto de Vox, un partido que no ha crecido tanto como esperaba y que, sobre todo, no ha logrado ser trascendente, refuerzan todavía más la recuperación del bipartidismo.
Una “satisfacción” que, a buen seguro, está sentando las bases de ahondar todavía más en el fracaso, pues muestra una inquietante falta de autocrítica en los partidos cuyos proyectos han fracasado. Juan Espadas, Inmaculada Nieto o Teresa Rodríguez ni han dimitido ni han mostrado la más mínima autocrítica. Mala, muy mala señal, a la que se añade que Inma Nieto era la candidata de Yolanda Díaz y, esta vez sí, Yolanda hizo campaña –el efecto Yolanda no ha funcionado–. Este es, por tanto, un primer tortazo de realidad política de Yolanda: la amabilidad del diario El País y del grupo PRISA o el aplauso de la fundación de Aznar, el entorno de Rajoy o los empresarios a la reforma laboral no se traducen en votos.
El bipartidismo continúa recuperándose
El desastre de la izquierda y del PSOE en Andalucía demuestra que la degradación del gobierno de coalición parece cada día más incuestionable e inevitable: Pedro Sánchez acusa cada vez más desgaste y Yolanda Díaz no parece una alternativa en una izquierda que se encuentra inmersa en una batalla fratricida de resultado incierto. Además, las declaraciones del PSOE dan muestra de su degradación, del origen del problema y del inquietante futuro, pues, como he señalado al principio, ha deslizado que se espera que muchos de los que han votado al PP en Andalucía en estas elecciones lo hagan al PSOE en las próximas generales. Si ese es el plan, que los que han votado al PP en las elecciones andaluzas lo hagan al PSOE en las generales, ¿qué puede salir mal?
En definitiva, la línea moderada del PP, el parecido del PSOE con el PP cuando gobierna, el desastre de la izquierda o el disgusto de Vox, un partido que no ha crecido tanto como esperaba y que, sobre todo, no ha logrado ser trascendente, refuerzan todavía más la recuperación del bipartidismo. Un bipartidismo que ya puede caminar, aunque con muletas, y que puede que dentro de unos meses, si se desploma Vox y la izquierda continúa a puñaladas, podría estar haciendo vida normal.
Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.
- Elecciones
- España
- Política