Imagen ilustrativa. Ivan Marc Sanchez / Legion-Media
Pekín “está aprendiendo y sacando lecciones para sí mismo” de la operación militar rusa en Ucrania y las consecuencias para Moscú causadas por la presión occidental, ya que entiende que la situación en la que Rusia está involucrada ahora es similar a la que China “puede verse involucrada dentro de unos años”, afirma Alexánder Lomanov, doctor en Historia y director del Centro de Estudios de Asia-Pacífico del Instituto Primakov de Relaciones Internacionales de la Academia de Ciencias de Rusia.
China ya ha sacado lecciones del colapso de la URSS y ahora está haciendo lo mismo
En una entrevista publicada este miércoles, al ser preguntado sobre “cómo se ve la política rusa en China hoy en día”, Lomanov explicó que las autoridades chinas durante mucho tiempo han sacado lecciones de la experiencia de la Unión Soviética, cuyo sistema político en su momento fue un modelo de desarrollo para el país asiático, y actualmente están haciendo lo mismo.
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“Están aprendiendo. Están aprendiendo y sacando conclusiones por sí mismos. Todavía están aprendiendo las lecciones del colapso de la URSS […] Hablan de las conclusiones que debe sacar China para no repetir tales errores”, dijo, señalando que esto “es más relevante” para China que para cualquier otro país, ya que “ha mantenido el sistema político que heredó del Partido Comunista de los bolcheviques en los años 20 y 30” del siglo XX.
Añadió que, aunque desde la década de 1990 los liberales chinos siempre habían dicho que la URSS se derrumbó porque no cooperó con Occidente, no participó en la globalización, entre otros, desde la llegada al poder del presidente Xi Jinping, los chinos dicen que eso ocurrió porque el Partido Comunista “se debilitó, entró en decadencia, se hundió en la corrupción, ya que no estaba cohesionado y quedó sin ideales”. A su juicio, basándose en todo esto, Xi construye su política interna para evitar que China “sufra el mismo destino”.
De acuerdo con Lomanov, ahora ocurre lo mismo: “China es muy consciente de que Occidente está dispuesto a empujarla hacia el conflicto taiwanés en contra de su voluntad. Se trata de una ‘línea roja’ más allá de la cual China no puede permitirse retroceder”, afirmó.
En su opinión, Occidente debería haber ofrecido negociaciones entre Pekín y Taipéi para la reunificación pacífica, en las que habría estado del lado de Taiwán para “exigir las mejores condiciones posibles para la isla, para proteger todos sus derechos económicos, sus intereses de desarrollo y los intereses de sus ciudadanos”, sin embargo, en lugar de esto, los países occidentales están declarando que van a suministrar armas y toda la ayuda necesaria para impedir la reunificación.
Así, el experto considera que las autoridades chinas “concentran sus esfuerzos en tratar de aprender dos lecciones”: una lección económica, en caso de que China se enfrente a sanciones comparables a las impuestas a Rusia, y una lección de preparación militar para poder hacer frente a los numerosos paquetes de ayuda militar que EE.UU. y sus aliados pueden suministrar a la isla.
El presidente de China, Xi Jinping. Noel CELIS / AFP
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Además, durante la entrevista, Lomanov habló sobre la presidencia de Xi y el impacto de su política en China y en el papel del país en el mundo actual.
Afirma que Xi Jinping es partidario del confucionismo, “la tradición de la moralización” según la cual el mandatario tiene que dar ejemplo al pueblo “de cuidar al Estado y de cuidar a la gente”, pero al mismo tiempo es marxista, lo que “es un factor importante”. Según Lomanov, la combinación de la tradición confuciana con el marxismo “es quizás el fundamento ideológico en el que se asienta” el líder del gigante asiático, que por su parte desarrolla su política en “la necesidad de seguir su propio camino, de buscar la vía china”. “Quiere un partido de 90 millones de personas unido, con ideales y dispuesto a defender el socialismo en China y a sí mismo”, dijo.
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Sin embargo, el analista asegura que, a pesar de las declaraciones occidentales sobre el poder ilimitado de Xi, no es así, ya que en el Partido Comunista de China “también tiene el Politburó y el Comité Central del Partido, ante los cuales el presidente debe rendir cuentas.
“La especulación de que su poder es completamente ilimitado se remonta en parte a la insatisfacción de los expertos occidentales por el hecho de que China haya tomado el camino equivocado”, declaró, señalando que Occidente había supuesto que el sistema político chino “se estaba convirtiendo en algo cada vez más relajado, fiable y democratizado, y que lentamente se transformaría en algo más amorfo con cada nueva generación de líderes”.
Según Lomanov, ciertamente Xi ha recibido poderes adicionales, pero la élite china lo acepta porque así él “ha asumido toda la responsabilidad de resolver los problemas de China en un periodo de transición histórica muy difícil”, ya que Pekín “ya no se ve solo como un participante en los procesos económicos mundiales, sino que está intentando modelar la agenda política mundial”.
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