Ataques, amenazas, tensiones, tiroteos y un muerto. La violencia política reflejada en varios episodios ocurridos en Brasil han encendido las alarmas ante las elecciones de octubre, y agita el fantasma de lo ocurrido en EE.UU., cuando seguidores de Donald Trump asaltaron el Capitolio al rechazar los resultados de las urnas.
El drama más reciente ocurrió el sábado por la noche en Foz de Iguazú, en el sureño estado de Parana, donde un partidario de Bolsonaro irrumpió en la fiesta de cumpleaños de Marcelo Arruda, militante del Partido de los Trabajadores (PT), y lo mató a tiros. La fiesta era de temática petista.
Ese mismo día, en Brasilia, seguidores del ultraderechista celebraban un acto para defender el porte de armas promocionado por el diputado e hijo del mandatario Eduardo Bolsonaro, que el domingo celebró su 38 cumpleaños con una tarta en forma de revólver y balas.
O bolo de aniversário do Eduardo Bolsonaro é uma caixa com réplica de um revólver 38 e munições. Que família pertubada.E ainda colocam uma criança junto. pic.twitter.com/3LqhAQP6LY
— Marcelo Gonçalves 🇧🇷 🇵🇹💢 (@MarceloJGonca) July 11, 2022
“Con el clima de intolerancia y creciente número de personas autorizadas a comprar y portar armas, fruto de una deliberada política de armas, no será de extrañar que en los próximos meses se produzcan nuevos atentados, agresiones violentas y asesinatos”, escribió el profesor Nabil Bonduki en una columna en Folha de Sao Paulo.
Según datos del Anuario Brasileño de Seguridad Pública, las licencias para armas casi se quintuplicaron durante el Gobierno de Bolsonaro. De los 117.500 registros en 2018, en la actualidad ya hay 673.800.
A esto se suma que Bolsonaro sigue repitiendo que el sistema de voto electrónico utilizado desde 1996 se presta al fraude y que las urnas pueden ser pirateadas fácilmente. Estos reiterados ataques, siempre sin pruebas, son interpretaros por muchos analistas como una peligrosa amenaza si el mandatario llega a perder los comicios.