Un equipo internacional de investigadores descubrió propiedades “únicas y excepcionales” en los diamantes que se formaron hace unos 50.000 años en el desierto del sur de EE.UU. como consecuencia de las condiciones extremas resultantes de la colisión de un asteroide.
En su investigación, publicada recientemente en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, los académicos utilizaron técnicas de estudio cristalográficas y espectroscópicas de última generación para analizar las propiedades de la lonsdaleíta, un mineral detectado en el meteorito de hierro de Cañón Diablo, encontrado en 1891 en el desierto de Arizona.
Los resultados de los análisis revelaron que la lonsdaleíta, que se consideraba un diamante hexagonal puro, realmente está compuesta por diamantes nanoestructurados y diafitas, un tipo de intercrecimiento mineral en el que dos elementos de un cristal crecen juntos.
Asimismo, lograron identificar una serie de fallos de apilamiento o “errores” en las secuencias de los patrones de repetición de las capas de átomos. Además, demostraron que la estructura diafítica es responsable de una característica espectroscópica hasta ahora inexplicable.