“Ni un solo militar ucraniano fue a sacarnos de los sótanos”: civiles de Mariúpol huyen a un albergue de refugiados y denuncian las acciones de Kiev
“Aquí hay un tronquito, siéntese”, ofreció uno de los miembros del equipo de RT a la mujer jadeante, que tenía mucha sed y dijo que no podía más. “¿Se puede sentar ahí? Tenemos miedo”, contestó. Al sentarse al lado de Mauricio, la residente local contó que antes estaban en un refugio antibombas, en una guardería, y que comparten “todo entre todos”.
A la pregunta de cómo logran arreglárselas durante tanto tiempo en una situación tan difícil, otra residente local entrevistada por el equipo de RT respondió que son “gente adaptable, por decirlo así”. “Sobrevivimos. Poco a poco sobrevivimos. Fue difícil, pero teníamos una pequeña reserva de alimentos”, dijo la mujer, acompañada por un niño que esbozó una sonrisa frente a la cámara.
La capacidad de sonreír del niño contrastaba con la congoja que embargaba a los adultos. Quien apenas pudo contener las lágrimas fue una anciana que perdió a su yerno, que murió en una de las calles de la ciudad, y que no sabe dónde está su hijo. Tampoco sabe qué ha sido de su otra familia y, de momento, solo está segura del destino de su hermana. “Mi hermana vive con su vecina. Así nos ha separado la vida. ¿Por qué? No lo sabemos”, confesó la mujer, sin entender por qué la población civil se mereció ese desastre.
En determinado momento, el equipo de nuestro canal tuvo que refugiarse rápidamente en uno de los edificios cercanos, cuando los militares observaron que un dron militar estaba sobrevolando el área y no era seguro permanecer en la calle. Según pudo documentar Ampuero, además de tratar de proteger a los civiles rescatados, los combatientes también recopilan la información de los residentes locales sobre otros vecinos que aún permanecen encerrados, para ayudar a sacarlos de la zona de fuego.
- Mauricio Ampuero
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