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Pero los principales liderazgos y estructuras partidistas, incluyendo al excandidato opositor Henry Falcón, que desobedeció en todo momento la línea abstencionista, han aceptado medirse en unas internas. El actual gobernador de Zulia, Manuel Rosales; el excandidato presidencial Henrique Capriles; el líder de Acción Democrática, Carlos Prosperi, o uan Pablo Guanipa, de Primero Justicia, han aceptado la vía de las elecciones primarias para escoger un candidato único que se mida con el candidato oficialista.
¿Otra oposición es posible?
Por su parte, Juan Guaidó, con un liderazgo disminuido en medio de la proliferación de candidaturas opositoras, lanza un guiño al ‘chavismo disidente’.
Después de varios intentos tumultuosos de reaparecer en los territorios, aprovechó la detención de Ángel Castillo, militante del Partido Comunista de Venezuela (PCV), acaecida tras una protesta de empleados públicos el jueves pasado, para solidarizarse con una corriente chavista abiertamente adversaria al oficialismo.
Lo cierto es que la manifestación mencionada, en la que participaron gremios, sindicatos y organizaciones de izquierda, en reclamo de temas salariales, ha sido la más grande de tiempos recientes de reflujo opositor.
La oposición de derecha está perdiendo su capacidad de dirigir los eventos de calle, en los que ha fallado de manera reiterada, para concentrarse en la única estrategia con la que ha tenido victorias: la electoral.
Con ella, la oposición radical pierde el control sobre las protestas callejeras y las manifestaciones sindicales que ahora están coordinadas e impulsadas por sindicatos tradicionales, organizaciones de izquierda y chavismo disidente, lo que plantea la eventualidad de un cambio de signo en la oposición venezolana; es decir, la posibilidad de que cuaje otro tipo de oposición que no sea la tradicional de derecha.
El PCV ha pedido en varias oportunidades la encarcelación de Guaidó debido a sus actuaciones golpistas e intervencionistas y rechaza cualquier intento de acercamiento por parte de este.
Así las cosas, la oposición de derecha está perdiendo su capacidad de dirigir los eventos de calle, en los que ha fallado de manera reiterada, para concentrarse en la única estrategia con la que ha tenido victorias: la electoral, que ha retomado después de cinco años de andanzas disruptivas.
¿Se mantendrá en este camino? Queda un largo trecho para saberlo.
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