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El experimento Tuskegee: el estudio estadounidense que usó a afroamericanos como conejillos de Indias

El experimento Tuskegee: el estudio estadounidense que usó a afroamericanos como conejillos de Indias

Participantes del experimento Tuskegee. Tuskugee, Alabama. EE.UU.National Archives / AP

Este 25 de julio se cumplen 50 años de la publicación de un artículo escrito por Jean Heller, exreportera de investigación de la agencia Associated Press, en el que reveló la verdad que se escondía detrás de un proyecto llamado el Experimento Tuskegee, en el que pacientes afroamericanos con sífilis fueron engañados por el Servicio de Salud Pública de EE.UU. (PHS, por sus siglas en inglés) para formar parte de una “vergonzosa” investigación.

Gracias a documentos filtrados por Peter Buxtun, exfuncionario del PHS, la periodista dio a conocer que el Gobierno norteamericano había realizado experimentos secretamente con cientos de afroamericanos provenientes del área rural de Alabama, a quienes, en contra de su voluntad o conocimiento, se les negó el acceso al tratamiento de antibióticos recomendado para tratar la sífilis. Muchos de ellos murieron a causa de la enfermedad o padecieron de ceguera, además de otros efectos secundarios, como consecuencia del proyecto. 

National Archives / AP

El infame experimento en Tuskegee

A pesar de la poca evidencia científica que sustentaba el estudio, en 1932 las autoridades sanitarias estadounidenses se unieron al Instituto Tuskegee para probar la hipótesis que sugería que la sífilis afectaba principalmente al sistema cardiovascular de la población negra, y que causaba mayores daños en el sistema nervioso central de los blancos.

Para llevar a cabo el experimento, los investigadores reclutaron a cerca de 400 hombres con fases avanzadas de la enfermedad y a otros 200 que estaban sanos como grupo de control. Desafortunadamente, los enfermos fueron engañados por los investigadores, quienes no cumplieron con su promesa de brindarles el tratamiento médico adecuado para tratar de curarlos.

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Los científicos reemplazaron los medicamentos con placebos, diagnosticando falsamente entre las víctimas ‘mala sangre’, término usado para describir una serie de malestares generales, con el fin de probar una serie de estudios médicos poco ortodoxos con ellos. Durante las pruebas, los supuestos voluntarios fueron sometidos a dolorosos procedimientos, como la extracción del líquido de la espina dorsal para comprobar los daños en el sistema nervioso.

A pesar de que desde la década de 1940 se comenzó a utilizar la penicilina como un tratamiento efectivo contra la sífilis, los investigadores se negaron a detener el estudio porque, aseguraban, se trataba de una oportunidad única e irrepetible de medir las consecuencias a largo plazo de la enfermedad.

Cuando el experimento fue cancelado en noviembre de 1972, solamente 74 de los participantes originales seguían vivos.

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Una práctica “vergonzosa”

Casi 45 años después de poner fin a la atroz investigación, el expresidente Bill Clinton ofreció, en nombre del Gobierno de EE.UU., una disculpa pública en mayo de 1997 a la comunidad afroamericana por lo ocurrido en la clínica de Alabama.

“No podemos deshacer lo que hicimos, pero podemos dejar el silencio. Podemos dejar de apartar la mirada de nuestros rostros. Podemos mirarlos a ustedes a los ojos y finalmente decir en nombre de los norteamericanos: lo que hicieron los Estados Unidos fue vergonzoso y lo siento”, comentó el exmandatario durante el acto.

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