La población mundial llega a 8.000 millones de personas
Porque más allá de que, por ejemplo, cuando se afirma que la población española se va a reducir a la mitad en las próximas décadas, como señalan no pocos estudios, ello se realiza desde una perspectiva supremacista y racial inquietante, porque la realidad es que la población no se va a reducir en España a la mitad en las próximas décadas, sino que esta será ‘menos española’, lo cierto es que los migrantes serán esenciales en el crecimiento de la población española y de todo Occidente. Tanto que si Estados Unidos, y Occidente en general, quiere mantenerse entre los países más poblados del mundo no podrá implementar políticas migratorias ‘trumpianas’ —ya he señalado los fracasos de Hungría o Japón—.
La ‘solución’ pasa por la némesis de los racistas, machistas y supremacistas occidentales: fomentar el desarrollo mundial disminuyendo la pobreza y la desigualdad en el planeta. El éxito de los países en vías de desarrollo provocará, a buen seguro, la reducción de sus tasas de natalidad. Porque mientras las mujeres de los países más pobres sigan sin alcanzar niveles educativos más altos, no podrán acceder a métodos anticonceptivos ni tener conceptos como planificación familiar. La reducción demográfica del planeta depende de la acogida de la migración, el éxito de la mujer y el desarrollo de los países más desarrollados.
Pero, más allá de la heterogeneidad poblacional, ¿somos una plaga?
Pero, aunque se potencien las políticas migratorias acogedoras, el progreso de la mujer en las sociedades o la reducción de la desigualdad entre los países más ricos y pobres, lo que reduciría de forma muy considerable el número de habitantes y, por tanto, la gran presión que ejercemos sobre los recursos y la propia sostenibilidad del planeta que habitamos: ¿somos en la actualidad una plaga?
“El modelo capitalista actual es insostenible. Y es esa insostenibilidad la que convierte a la población en ‘plaga’, permite alzar la voz a supremacistas al respeto de la protección y promoción de las poblaciones ‘nacionales’ o plantear debates demográficos a escala local, regional o global”.
Las cifras demuestran que sí lo somos. Para hacernos una idea, la humanidad consume un 74 % de los recursos naturales que la Tierra puede generar cada año, lo que provoca que, a mediados de julio, se señale de forma simbólica un día como aquel en el que ya se han agotado todos los recursos naturales que la Tierra ha producido ese año.
Así pues, no hay duda: el modelo capitalista actual es insostenible. Y es esa insostenibilidad la que convierte a la población en ‘plaga’, permite alzar la voz a supremacistas al respeto de la protección y promoción de las poblaciones ‘nacionales’ o plantear debates demográficos a escala local, regional o global.
Porque si seguimos apostando por un modelo capitalista de consumo desenfrenado solo tenemos una posibilidad: reducir la población. Esa es la disyuntiva a la que nos enfrentaremos: cambiar el modelo si queremos mantener o aumentar la población o mantener el modelo y reducir la población, por las buenas o por las malas.
Por tanto, llegados a este punto y conociendo los antecedentes de la humanidad, o cambiamos el sistema o apostamos por políticas migratorias de acogida, reducimos la desigualdad mundial y mejoramos la situación de la mujer a nivel mundial… O nos matamos. Eso también vale, lo hacemos muy bien y siempre nos ha servido para resolver nuestras diferencias y problemas. De hecho, ahí seguimos. Pero, quizás, y sólo quizás, deberíamos plantear en esta ocasión una alternativa: un mundo mejor es también un mundo más sostenible.
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