Cómo el neoliberalismo privatizó la agenda de la izquierda
06.10.2022
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Manifestación antiglobalización contra la próxima cumbre del G8 en HeiligendammMomentphoto / Robert Michael / Gettyimages.ru
Los políticos tradicionales, los hombres de Estado, rápidamente fueron reemplazados por los gerentes tecnócratas al servicio de las grandes corporaciones y cuyo único requisito es no saber distinguir entre una empresa y un país, que además ya son prácticamente lo mismo. Para asegurar su triunfo, al neoliberalismo le quedaban solo las últimas cuatro tareas: la primera, la destrucción de la educación pública, donde en el mundo anterior los ciudadanos aprendían las cosas básicas acerca de este mundo y que tradicionalmente fueron los focos de la disidencia social y del pensamiento crítico; la segunda, acabar con la comunicación directa entre los seres humanos, rompiendo el tejido social tradicional, una función que en las grandes ciudades cumplieron las redes sociales, con esa ilusión de unir, desuniendo y haciéndonos adictos; la tercera, muy relacionada con la anterior, que es la destrucción de nuestras culturas locales, generando una nube mundial cosmopolita donde consumiremos solo un tipo de producción cultural creada y controlada por ellos, algo que define los valores, los modelos y los hábitos sociales de las generaciones que vienen, permitiendo así manipularnos de una forma simplificada y uniforme. Y la última, cuarta tarea, era tal vez la más delicada: ¿Qué hacer con los que dicen ser de la izquierda, y quienes se supone que, con sus luchas, organizaciones, conocimientos y la mirada crítica desde los tiempos inmemorables podrían impedir el cumplimiento de estos planes?
El gran computador que a la vez es el corazón y el cerebro tecnócrata del sistema neoliberal dio una respuesta muy simple: el robo, que es la especialidad y la experticia del sistema, que a estas alturas no puede ofrecer al ser humano absolutamente nada nuevo, ni siquiera una ilusión. Y mientras nuestros dogmáticos seguían su eterna y cada vez más estéril discusión sobre Trotsky, Stalin y Mao, el sistema neoliberal se apropió de la agenda de la izquierda, de una vez, privatizando todo el paquete de absolutamente todas las luchas de generaciones y generaciones.
En los últimos años de su vida, Fidel Castro nos advertía que lo único que podía hacer fracasar a la humanidad en su lucha contra el capitalismo era la lumpenización que este produce en todas las capas sociales. Una lumpenización que nos deshumaniza y nos impide comprender el sentido de esta lucha.
Esta lumpenización fue el objetivo de las políticas educativas y culturales de las últimas décadas, cuando desde la escuela las materias como historia o filosofía se declaraban sobrantes y la televisión nos acostumbraba al ‘fast food’ intelectual, siempre aliñado con ciertas dosis de veneno ideológico anticomunista.