Opinión

El rey Juan Carlos, el monarca díscolo tratado como una estrella de rock en España

El retorno de Juan Carlos I a España o el retrato de una democracia que ya no se escandaliza

El retorno de Juan Carlos I a España o el retrato de una democracia que ya no se escandaliza

Un castigo, el exilio —o un recurso, la huida—, del que parece no haber sacado conclusión alguna —ya se ha anunciado que regresa en junio, en un nuevo desafío—, pues circula un vídeo en redes sociales de la visita del rey Juan Carlos saliendo de madrugada —al menos de noche— de un local —parece que de una mariscada—. Juan Carlos, que se sabe estrella —y le gusta mostrarse como tal—, se detiene para saludar al gentío que espera su salida. “Buenas noches”, dice sonriente en estado de sobriedad —cuando cualquier otro habría evitado tal situación—. “Que, y ahora de putas, ¿eh, Majestad?”, le pregunta uno de tantos súbditos españoles. Juan Carlos, en lugar de ofenderse como cualquier persona con un mínimo de decencia, se ríe con sinceridad. “¡Qué campechano es!”, afirma otro.

Lo es. Y mucho. Sobre todo, para esos dos millones de niños pobres españoles y ese 11 % de hogares españoles que no pueden encender la calefacción porque no tienen recursos suficientes. Quizás entre ellos esté uno de los que, a continuación, gritó a Juan Carlos “¡Viva la República!” sin que este mostrase gran preocupación ni interés. Tras unas risas y un “¿Qué tal el centollo?”, por su conocida reputación, alguien concluyó: “¡A tope y sin drogas!”. A una estrella de rock díscola le habrían dicho lo mismo. O no.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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