La creación de una moneda única para Latinoamérica y el Caribe vuelve al escenario geopolítico, y es que varios líderes regionales han retomado la idea de concretar este proyecto que ha estado latente en la región desde hace casi dos décadas.
Aunque se trata de un asunto que debe superar distintas etapas y dificultades, más allá de las simpatías políticas, la propuesta surge en un contexto que puede ser favorable para la toma de decisiones, sobre todo tras las victorias presidenciales de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil y de Gustavo Petro en Colombia, quienes están a favor de la integración latinoamericana, para disminuir la desigualdad y mejorar la economía regional.
Para ello resultan vitales instancias como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac); el Mercado Común del Sur (Mercosur); la Comunidad Andina de Naciones (CAN); la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP); y la Unión Suramericana de Naciones (Unasur), que aunque fue casi desarticulada por los gobiernos conservadores que dominaron la región hasta hace poco, ahora buscan reconstruirla.
Vientos a favor
Una postura clave es la de Lula, que como mandatario electo de Brasil —la mayor economía regional y de gran influencia global— ha dejado claro que una moneda común sería fundamental para que América Latina se independice del dólar.
A esa visión se suma la del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que también resulta clave, al ser la segunda economía más fuerte de Latinoamérica. Además, su ubicación geopolítica impacta sobre Centroamérica y sus vecinos del Norte: EE.UU. y Canadá.
Hacia el Cono Sur, el presidente de Argentina, Alberto Fernández, país de gran influencia en el Mercosur, ve con buenos ojos el proyecto. Sin embargo, su par de Chile, Gabriel Boric, aunque no descarta la idea, se muestra más tímido al considerar que es un tema “muy complejo“. Otros actores como Uruguay y Paraguay, con gobiernos conservadores, de momento no se pronuncian; mientras que Bolivia podría ser más cercano a la idea, y Perú, en plena crisis de gobernabilidad, es una incógnita.