Podemos, La Sexta, Venezuela y la filtración sobre el montaje de la cuenta de Pablo Iglesias en un paraíso fiscal
Por ejemplo, Yolanda Díaz, el gran referente actual, ha callado durante días y cuando ha hablado ha omitido el nombre de Ferreras en sus críticas, tal y como ha hecho el diario Infolibre en el título de su artículo sobre el escándalo —que, además, lo ha situado en posición secundaria en la portada—. Un mensaje duro, el de Yolanda Díaz, pero medido, en el que ha primado la generalización. Mejor, en cualquier caso, que Iñigo Errejón, que no había hecho referencia alguna en el momento de la redacción de esta opinión.
Pero no solo hay temor, también hay lucro. Es una mezcla de ambas: Yolanda Díaz, Íñigo Errejón, Eldiario.es o Infolibre no solo dependen demasiado de la gran mafia mediática, sino que se benefician de ella. Un ejemplo de esta mezcla de temor y lucro lo encontramos en Antonio Maestre, que suele mostrarse directo y descarnado, pero que ha escogido una medida moderación para tratar este escándalo —un escándalo que afecta a su jefe—. De hecho, se trata de uno de los periodistas más favorecidos por Antonio García Ferreras. Maestre ha escrito una crónica en la que disuelve las críticas en 2.500 palabras dedicadas más al Grupo Prisa que al gran protagonista del escándalo, Antonio García Ferreras. Además, cuando llega la hora de emitir un juicio sobre el escándalo responsabiliza a La Sexta, como si fuera un ente con capacidad propia. Como en el caso de Yolanda Díaz, forzados a opinar al respecto por la presión mediática, el opinador fetiche de Ferreras y Eldiario.es, aliado estructural a su vez de Ferreras y La Sexta, lo han hecho con mucho retraso y escasa concreción. El objetivo: salvar la cara con la audiencia y mantener la buena relación con el gran capo informativo.
Una posición que contrasta con los dirigentes latinoamericanos progresistas, que han alzado la voz al respecto del escándalo: Gabriel Boric, Gustavo Petro, Andrés Manuel López Obrador y Alberto Fernández, presidentes de Chile, Colombia, México y Argentina han apoyado sin fisuras a Pablo Iglesias y han mostrado su estupor. De poco servirá, pues, como decía Hermann Keyserling, filósofo y científico alemán, «ninguna prueba, ninguna rectificación ni ningún desmentido puede anular el efecto de una publicidad bien hecha». Y la publicidad de los medios de comunicación españoles, y occidentales, de Ferreras, ha sido y es insuperable, sobre todo en la antidemocrática tarea, casi golpista, de destruir un partido político.
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